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12th Sunday in Ordinary Time (Spanish) - June 20, 2021

Queridos amigos,

Las lecturas de hoy nos devuelven a la verdad que a veces pasamos por alto, que cuando estamos con Cristo, no hay nada que temer. ¿No cantamos "El Señor es mi Pastor, no hay nada que me falte"? En medio de las olas de nuestra vida diaria, Cristo viene a asegurarnos que si confiamos en Él y confiamos en Él, siempre estaremos seguros y protegidos. Porque no hay poder que pueda estar sobre él.

El discurso del Señor a Jobin en la primera lectura es un recordatorio de esa verdad: el Señor lo sabe todo y tiene poder sobre todo porque es el creador del mundo. Ningún poder puede estar por encima de Él. Muy a menudo confiamos en nosotros mismos y parece que pretendemos tener dominio sobre lo que nos sucede. Sin embargo, los pasajes de hoy del libro de Job y el Evangelio nos revelan que somos seres frágiles e impotentes cuya vida depende únicamente de Dios.

Hoy celebramos el Día del Padre. Me gustaría agradecer a todos los padres humanos y espirituales, y a todos los que sostienen la figura de un padre para quienes están bajo su responsabilidad. Gracias por mantener a sus familias y a todos bajo su cuidado y protección. En este Año de San José, se nos da en San José un ejemplo de paternidad humilde, valiente y obediente. En el cumplimiento de su ministerio y responsabilidad como padre terrenal del Hijo de Dios y esposo de la Santísima Virgen María, San José puso en primera línea su proximidad con Dios. Esa presencia de Dios en su vida y la proximidad con Él le permitió criar al Hijo de Dios en el amor a Dios y al prójimo, creciendo en cuerpo y espíritu como nos dice San Lucas.

Las olas de la vida de hoy pueden hacer que los padres y todos los que creen en Cristo se pregunten si al Hijo de Dios le importa que perezcamos. Hay momentos en nuestra vida en los que sentimos el torrente de situaciones decepcionantes, preocupantes y atemorizantes que nos desafían. Sin embargo, la seguridad de Su presencia debería calmarnos de la misma manera en que la violenta tormenta y el viento murieron y se calmaron a Su orden. Si Él ordenó a las olas y al viento que se calmaran entonces, Él lo hará y todavía hoy les está ordenando que se calmen. Él nos pide que tengamos fe en Él y todo funcionará para bien. Solo necesitamos volvernos a Él con fe y confianza y encontraremos consuelo en Él.

Al ofrecer nuestras oraciones por todos los padres, vivos y fallecidos, continuemos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.

P. Emery

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