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16th Sunday in Ordinary Time (Spanish) - July 18, 2021

Queridos amigos,

En el ajetreado mundo y la cultura de hoy, existe un riesgo considerable para que todos vivan en una tensión sin fin. La paz y el consuelo pueden ser sólo una ilusión y metas inalcanzables. La preocupación por cómo hacer esto o aquello puede robar la concentración y la paz de nuestra vida. La lectura del evangelio de hoy viene a recordarnos que siempre debe haber un tiempo para pasar en el desierto con Cristo. Un tiempo que pasamos en el desierto aquí debe entenderse positivamente como un tiempo de refresco y reconstrucción, tanto de nuestro cuerpo como de nuestro espíritu. Un espíritu exhausto y un cuerpo cansado no pueden dar lo mejor de sí mismos.

El evangelio de hoy me recuerda la imagen que siempre comparto con ustedes sobre nuestro cuerpo como un automóvil cuyo motor es el alma. Como un automóvil que no puede ir a lugares sin gasolina, un cristiano con el alma vacía no puede dar frutos agradables a Dios. Y nuevamente, como un automóvil que quema gasolina a medida que avanza, también quemamos las gracias que recibimos de Cristo cada vez que participamos en la obra de evangelización y mientras nos esforzamos por vivir con valentía el evangelio. En consecuencia, experimentamos la necesidad de reponer nuestros tanques espirituales para poder seguir dando testimonio. Esto es exactamente lo que Cristo hace con sus discípulos en el evangelio de hoy. Él los reúne a ellos ya todos nosotros a su alrededor para enseñarles y alimentarlos con nueva energía.

Como los Apóstoles, tenemos el encargo de ir, enseñar y dar frutos. A veces, podemos estar extremadamente involucrados en asuntos relacionados con el mundo y los desafíos que plantean en la vida que olvidamos o perdemos la oportunidad de volver al Señor y renovarnos. Finalmente vivimos en el movimiento y no bajo la guía del Espíritu. El mundo ajetreado y la ansiedad que crea en nuestro interior nos pueden engañar fácilmente. Incluso podemos sumergirnos en la desesperación y la desesperanza, especialmente cuando nos enfrentamos a nuestra impotencia frente a situaciones difíciles. La invitación de Cristo a todos los de hoy es que podamos tomarnos las cosas con calma y encontrar consuelo en Él. Es con y en Él que seremos renovados y se nos dará una nueva energía que nos permitirá afrontar el mundo y sus desafíos con valentía, confianza y fe.

Una y otra vez, nos sentimos tentados a confiar en nosotros mismos frente a los muchos desafíos que enfrentamos en nuestras vidas. Cuando Él nos ve en nuestras luchas viniendo a Él, el corazón de Cristo siempre se conmueve de piedad. Porque en nuestra impotencia, somos como la oveja sin pastor. Él nos llama a Él, Él, el Buen Pastor, para cuidarnos y alimentarnos con nueva energía y fuerza. Sigámosle, por tanto, cuando nos llama a "irnos a un lugar desierto para descansar". Descansar en Él y abandonarnos a Su amor y misericordia. Descansar en Él es rendirse a Su voluntad que siempre busca salvarnos y darnos lo mejor para responder a nuestras necesidades. Descansar en Él es, de hecho, sentarse a Su lado y escucharlo mientras nos enseña y nos consuela en nuestra desesperación y dolor, mientras enfrentamos los desafíos de la incomprensión, la enfermedad, el engaño, la negación e incluso el reproche de nuestros propios parientes aquellos en quienes confiamos y todo lo que nos rodea. Solo en Cristo y con Cristo podemos encontrar el verdadero consuelo. Cuando le abramos los oídos y el corazón, escucharemos su llamado que dice: "Ven a mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarás descanso".

Confiando en el cuidado y la providencia de Cristo, continuemos orando los unos por los otros y por nuestra parroquia familia.

P. Emery

 

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