Holy Cross Catholic Church

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17th Sunday in Ordinary Time (Spanish) - July 28, 2019

Queridos amigos,

Muchos de nosotros, o diría que casi todos, al menos una vez nos hemos quejado del silencio aparente de Dios a nuestras oraciones. Una y otra vez compartimos nuestra frustración y en algún momento nuestra decepción y con Dios porque nuestras oraciones no están siendo contestadas. A veces, incluso pensamos que Dios está enojado con nosotros o que está aburrido o molestado por nuestras oraciones. Si bien hemos estado rezando la Oración del Señor para siempre, es necesario mirar y acercarnos para descubrir la respuesta a nuestro desaliento diario: si no obtenemos lo que pedimos, dice el Señor, es porque no sabemos cómo orar. . Así que Él nos enseña hoy cómo orar.

De las lecturas de hoy, se nos enseña que Dios siempre escucha la oración de Sus hijos cuando oran con humildad y fe. En la primera lectura, la oración intercesora de Abraham es una demostración del alcance de la paciencia y el amor de Dios por sus hijos. Dios siempre tiene misericordia con sus hijos cuando regresan a él con corazones contritos. De la misma manera, se nos da la seguridad de que cada vez que oramos en nombre de otros, Dios nos escucha. "No permita que mi Señor se enoje si hablo", dice Abraham. En el mundo de hoy, todos estamos llamados a dirigir a Dios la oración de Abraham mientras trabajamos diligentemente en el llamado al arrepentimiento.

En el evangelio, leer a Jesús agrega otra dimensión de nuestra relación con Dios. Pide hablar con Dios ya no como un "Maestro", sino como un "Padre". En realidad, la palabra "Abba" tiene un significado más íntimo que el que estamos usando. Puede ser traducido correctamente por "papá" o "papá". Así que imagina que estás hablando con tu papá. ¿Qué tipo de lenguaje imaginas usando? Una experiencia más familiar y sencilla para usted es la confianza y la confianza de que está hablando con alguien que lo conoce bien y que sabe que nunca lo rechazará. Pero en esa conversación, Jesús nos da la estructura: en primer lugar, el reconocimiento del Padre como el que está a cargo y quien lo proporciona todo. Este primer paso es muy determinante porque resalta el espíritu de humildad y confianza que debe caracterizar nuestra relación con Dios. Oramos para que su nombre sea santificado; venga su reino, y se hará su voluntad. Con este último, podemos ver el eco de la oración que Jesús hizo en Getsemaní cuando ora a su Padre diciendo: "No se haga mi voluntad, sino la tuya". Luego, vengan todas las solicitudes relacionadas con nuestra necesidad. Esto se debe a que el Padre sabe lo que necesitamos incluso antes de decirlo. Por lo tanto, no es necesario que pongamos nuestras necesidades en la primera línea de nuestras oraciones. Al seguir la estructura que Jesús nos da, reconocemos primero nuestra adopción y luego nuestra dependencia de Dios, quien nos conoce personalmente con nuestras luchas y ansiedades, así como nuestras esperanzas y alegrías.

Mientras hablamos con Dios acerca de nuestro Padre, continuemos orando los unos por los otros y por nuestra familia parroquial.

Padre Emery

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