Holy Cross Catholic Church

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18th Sunday in Ordinary Time (Spanish) - August 1, 2021

Queridos amigos,

La cuarta bienaventuranza en el Evangelio de Mateo 5: 6 dice: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". La semana pasada comenzamos a meditar sobre los diferentes aspectos y significados de la Eucaristía mientras leíamos el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida.

Hoy, me gustaría invitarnos a continuar nuestra meditación enfocándonos en la Eucaristía como alimento que satisface nuestro hambre y apaga nuestra sed. Una y otra vez nos enfocamos solo en la satisfacción material mientras nos esforzamos por seguir a Cristo. Al igual que las multitudes en el evangelio de hoy que seguían a Cristo y tenían hambre, se nos recuerda que nuestra hambre debe ir más allá del ámbito de la comida terrenal y material. Esto se debe a que el hombre no vive solo del pan, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios. Cristo nos dice que tenemos que buscar alimento que dé vida eterna.

La multitud en el evangelio trajo sus propios apetitos. ¿Cuál sería su hambre hoy al llegar al encuentro con el Señor? ¿Algo en particular que desea cambiar en su vida, su familia o el mundo? ¿De qué tienes sed? Al entregarse a nosotros como pan de vida, Cristo nos muestra que no hay hambre que Él no pueda satisfacer ni sed que Él no pueda saciar. Lo único que debemos hacer es acercarnos a Él con las cargas que nos aplastan en nuestra vida diaria. Todo lo que podamos conseguir en el mundo simplemente pasará y será incapaz de satisfacer nuestra verdadera hambre. Él, que es la Justicia misma, nos tomará bajo su divina protección para conducirnos a las aguas de la vida eterna.

Al encontrarnos con Él y ser alimentados por Él en esta Eucaristía, confiemos en Él sabiendo que Él es el verdadero Alimento que necesitamos para satisfacer nuestra hambre de vida eterna y para saciar nuestra sed de compartir la gloria eterna con Él. Al recibirlo hoy, venimos a Él con piedad, respeto y devoción, siguiendo los pasos de San José, el hombre de gran piedad que se basó únicamente en Dios para satisfacer los deseos de su vida. Y sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial. 

P. Emery

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