Queridos amigos,
Un poeta romano llamado Horacio tiene un aforismo de vida, "Carpe diem", traducido por "Aprovecha el día". El dicho generalmente se usa para alentar a alguien a aprovechar al máximo el presente en lugar de pensar en el futuro. Esta invitación a centrarse solo en el éxito inmediato y la realización en la vida ha traído diferentes interpretaciones de la felicidad, en particular el hedonismo temático, que es la creencia de que el placer, o la ausencia de dolor, es el principio más importante para determinar la moralidad de un potencial. Curso de acción. Esto ha llevado al relativismo moral que caracteriza nuestro mundo hoy.
Las lecturas de hoy nos llevan a una dirección diferente y a un nivel diferente de comprensión del significado de nuestra vida. Nos recuerdan el propósito de la vida. ¿Por qué Dios creó a los seres humanos? San Pablo dijo que no somos ciudadanos del mundo. “Somos ciudadanos del cielo…” (Filipenses 3:20-21). La misma verdad sale de la boca de Cristo en su oración sacerdotal en el evangelio de Juan cuando dice: “No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Ellos no pertenecen al mundo más de lo que yo pertenezco al mundo” (Juan 17:15-16).
Dos cosas a considerar aquí. Por un lado, se nos recuerda que la vida es un viaje en la tierra; y como tal debe orientarse hacia cosas que nos hagan experimentar la ascensión al gozo y felicidad más altos, que es la comunión con el Señor. En segundo lugar, que estamos destinados a esforzarnos por vivir el anticipo de lo que seremos aquí en la tierra. Porque el reino de los cielos se ha acercado. Ya está aquí aunque aún no se ha cumplido. Estamos invitados a trabajar por lo de arriba porque todo es vanidad aquí en la tierra. La preocupación por los materiales temporales siempre será causa de angustia y ansiedad.
La primera lectura del libro de Qoheleth es un recuerdo constante que se nos da hoy como antídoto a la cultura del goce que caracterizó nuestro mundo de hoy. La felicidad está en función del rango social que ostentemos o de nuestra posesión. Se nos recuerda que las posesiones materiales tienen una misión y propósito en el plan de Dios; que son medios para ayudarnos a fortalecer nuestra relación con Dios y a difundir el amor de Dios. No son un fin en sí mismos. La verdadera riqueza se encuentra en una relación personal con Dios cuando nos esforzamos por buscar a Aquel que está arriba. Esto nos hará reclamar no solo lo que tenemos, sino también lo que somos como pertenecientes a Cristo. Buscad primero el reino de los cielos y todo lo demás se os dará.
En esta mesa, Dios nos invita a compartir el alimento eterno que es más valioso que cualquier otro alimento. Mientras que los alimentos y las posesiones materiales pueden darnos un cierto nivel de alegría y alivio, no nos darán la felicidad eterna. Sólo en y con Dios encontraremos el verdadero alimento que sostiene nuestra vida.
Y sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.
P. Emery