Holy Cross Catholic Church

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23rd Sunday In Ordinary Time (Spanish) - September 13, 2020

Queridos amigos,

¿Qué es el perdón? Esta pregunta puede parecer extraña, pero conlleva una carga o carga enorme. ¿No pronunciamos siempre estas palabras: “te perdono”? Sin embargo, se vuelve un desafío cuando la misma persona a la que le ofrecimos nuestro perdón regresa para lastimarnos nuevamente. Nuestra reacción común es recordarle al ofensor nuestra misericordia o perdón anterior. Entonces actuamos, ya sea en represalia o exponiendo nuestra furia. Cristo nos enseña que el perdón no cuenta cuántas veces hemos sido ofendidos. Demuestra lo grande que es nuestro corazón y nuestra sed de seguir a Cristo.

En las lecturas de hoy, se nos recuerda una de las cosas más difíciles para los seres humanos con respecto al perdón: dejarlo ir. Pero, ¿cómo podemos dejarlo ir mientras llevamos nuestro propio pasado con nosotros? Esa es la pregunta clave. Mientras que para Dios perdonar significa al mismo tiempo olvidarse de la ofensa, para nosotros las cosas humanas son de otra manera: mientras perdonamos, todavía recordamos. La particularidad del cristianismo con respecto al perdón es que nuestro recuerdo no tiene efectos sobre nuestra relación futura con el ofensor. Aunque recordamos, nuestras acciones ya no dependen de nuestra capacidad para recordar lo que nos sucedió. En otras palabras, recordamos, pero actuamos basados ​​en el mandamiento del amor que llama a amar a los que nos odian y a orar por los que nos persiguen.

Perdonamos porque eso es lo que somos: cristianos. Nosotros mismos somos receptores y beneficiarios de la misericordia y el perdón de Dios. Amamos como Él nos amó y perdonamos porque nuestras vidas dependen de Su misericordia para con nosotros. Me gusta decir, "el perdón avergüenza al ofensor y se convierte en fuente de nuestra propia libertad". San Pablo nos aconseja cuando dice: "No debáis nada a nadie, salvo amarnos unos a otros". Por lo tanto, el perdón es "uno de los actos de amor más desinteresados". Pero, ¿cómo podemos llegar allí? Para poder perdonar desinteresadamente, debemos pedirle a Dios la gracia que nos permite hacerlo. Si bien el perdón trae curación, siempre es un largo camino llegar allí. Confiar en el Señor y en Su misericordia nos llevará a la verdadera libertad que viene con el perdón.

Acudamos al Padre que nos concede el verdadero perdón que nos ayuda a perdonarnos unos a otros, mientras continuamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.

P. Emery

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