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5 de mayo 2019

Vayan a aguas profundas...

Queridos amigos,

Imaginen la experiencia del día de trabajo improductivo después de poner todas las energía y técnicas para alcanzar «unas metas». Mayormente esto nos sucede en esos días en que estamos más emocionados de cumplir con algunas de nuestras altas expectativas. Pero cuando observamos la puesta de sol, y descubrimos que no se realizó nada importante y que nuestras expectativas no se cumplieron; entonces, experimentamos fatiga, desesperanza e incluso el deseo abandonar todo y hacer otra cosa.

¡Imaginen la situación de los apóstoles que trabajaron incansablemente toda la noche! Enfrentando las olas del mar, el frío de una noche sobre las aguas y el desaliento que se produce al final de los esfuerzos fallidos. Esta es la misma experiencia por la que están pasando los apóstoles. Como pescadores experimentados y profesionales, no podían entender pasar una noche de pesca tan improductiva. Y de repente aparece una persona desconocida, supuestamente sin experiencia en pesca, pidiéndole que lance la red en dirección opuesta. Y viene la gran sorpresa.

Veamos ahora la experiencia del discipulado y la actividad misionera, que llamamos evangelización. El Señor le ha dicho a Pedro y a otros discípulos que haría de ellos pescadores de hombres. El cambio en la actividad de trabajo y el propósito viene también con el cambio de estrategias.

Al igual que los apóstoles en su experiencia de pesca, queremos mantener nuestras propias estrategias que nos hacen sentir cómodos. Queremos hacer las cosas a nuestra manera; y el resultado es un trabajo simple, fracasado o improductivo. En la lectura del evangelio de hoy, el Señor resucitado nos llama a cambiar nuestras estrategias pastorales y misioneras, pasando de las viejas sin éxito e improductivas, a las nuevas que nos enseña: mirar hacia otra dirección para ser eficaz y eficiente.

El llamado al discipulado requiere la renovación de nuestras mentes y estrategias. Los discípulos se adaptaron muy rápidamente a las instrucciones del Señor y capturaron, gracias al Señor, lo que no pudieron por su propia cuenta a pesar de ser pescadores profesionales. Del mismo modo, seremos productivos en la viña del Señor sólo si le permitimos que nos guíe a través del clima y las aguas tempestuosas de la nueva evangelización. Estamos llamados a lanzar la red en la dirección opuesta, la misma que Él, primer y verdadero pescador, nos señala para que seamos eficientes en el trabajo de discipulado misionero. Estamos llamados a ir a aguas profundas y echar la red. Esto significa para nosotros que debemos adentrarnos seria y profundamente en los desafíos de nuestra vida parroquial y en las estrategias de evangelización, nuestra propia comprensión de cómo evangelizar para participar en el proceso de renovación. Y así, al igual que para los apóstoles, nuestro trabajo de discipulado misionero será exitoso y fructífero si nos damos cuenta de los dos requisitos: escuchar al Señor y participar en la nueva dirección, la dirección que Él nos señala.

Y queremos felicitar a los alumnos que han recibido la Primera Comunión durante este fin de semana. Continuemos orando los unos por los otros y por nuestra familia parroquial. Que todos nos preparemos para ir a aguas profundas, y arrojemos la red en dirección a donde el Señor nos señala.

Padre Emery

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