Queridos amigos,
Hoy estamos prácticamente al final de nuestro camino cuaresmal. De hecho, ha comenzado el verdadero tiempo de testificar. Nos embarcamos con Jesús en los pasos finales hacia el Gólgota y la gloria. El Domingo de Ramos nos recuerda dos cosas: la realeza de Jesús y la versatilidad humana.
Con respecto al reinado de Jesús, el Domingo de Ramos nos enseña que siempre hay gloria detrás del sufrimiento soportado con fe y confianza en el Señor. Jesús nos recuerda que su pasión conduce a la gloria. Pero para nosotros, el Domingo de Ramos es un momento de profundo cuestionamiento: ¿Por qué Jesús, que nunca pecó, aceptó un sufrimiento tan indescriptible por esas mismas personas que lo crucificaron? La respuesta es que precisamente al hacerlo por amor a nosotros, Él cumplió la promesa de Dios. Él llevó nuestras iniquidades para salvarnos. ¿Pero no sería incapaz de salvarnos de otra manera? Seguro, Dios podría haber adoptado otros medios para salvarnos. Sin embargo, eligió humillarse, primero convirtiéndose en uno como nosotros, luego abrazando nuestras transgresiones, haciéndose víctima de la expiación por nuestros pecados. Se rompió en pedazos para salvarnos y dar la vida que Él tiene en plenitud. Al morir por nosotros, nos enseña que cuando aceptamos morir a nosotros mismos, resucitaremos con Él a la vida eterna.
En cuanto a la versatilidad humana que se manifiesta en la celebración de hoy, estamos invitados a descubrir dónde está la verdadera felicidad. ¿Te imaginas que estas mismas personas que simplemente estaban animando a Jesús son de repente las mismas que se vuelven contra él, acusando falsamente y condenando a muerte? Uno entendería si sólo los fariseos o los escribas lo acusaran y lo condenaran; porque nunca lo aceptaron y vieron en Él solo al que desvía su autoridad y se beneficia de la gente. Pero son los mismos por los que luchó los que se vuelven contra él. Estos nos representan a usted y a mí hoy. ¿Podemos mostrarle constancia y fidelidad en medio de las luchas de nuestra vida diaria? ¿Con qué frecuencia no nos volvemos contra Él incluso cuando experimentamos incesantemente Su amor y cuidado? Hoy es el día y el momento de cuestionarnos sobre lo que estamos dispuestos a dejar ir para abrazar a Jesús.
La adhesión a Jesucristo que nos aleja de la versatilidad debe expresarse a través de la confianza y la actitud de entrega que vemos en la primera parte de la celebración de hoy. Dejar que Dios esté a cargo y entender que todo lo que tenemos y somos es un regalo de Dios y por lo tanto todo le pertenece. El dueño del burro no lo pensó dos veces cuando le dijeron que el Señor necesitaba su burro. No cuestionó quién era ese Maestro. Simplemente lo dejó ir, y esta fue su participación para la gloria del Hijo de Dios. Hoy es el momento para que usted y yo descubramos qué estamos dispuestos a renunciar para dar gloria al Hijo del Hombre. Dio su propia vida por ti y por mí. ¿Qué le damos hoy para expresarle nuestra gratitud? ¿Y nuestro tiempo? Nuestro tesoro? ¿Nuestros talentos? No perdonó su vida por amarte, para que tú vivas. Ahora se vuelve para mirar atrás y alrededor para saber si estás allí con Él. ¿Responderás a Su llamado a dar tu vida por Él?
Continuemos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.
P. Emery