Queridos amigos,
Esta segunda semana de Adviento trae un nuevo desafío a nuestra vida cristiana. Cuando encendemos la segunda vela de adviento, más que nunca recordamos la necesidad de estar despiertos. San Juan Bautista llora en el desierto, nos llama a todos y a cada uno de nosotros a salir de nuestra zona de confort donde todo parece estar garantizado.
La pregunta que estamos invitados a responder este fin de semana es la siguiente: ¿cómo estoy participando en el trabajo de hacer que el reino esté presente en el mundo? Podemos pensar que nuestra presencia en este lugar de adoración es suficiente, pero San Juan nos desafía. Nos dice que no nos basta con decir que ya estamos aquí y, por lo tanto, pertenecemos al reino. El reino requiere transformación tanto en la comprensión de nuestra propia vida como de todo lo que nos rodea. Luego, podemos mirar con nuevos ojos y, a través de nuevos lentes, la realidad que nos rodea como un recordatorio y un llamado continuo para marcar la diferencia.
Mientras nos sentamos aquí para escuchar la palabra de Dios y ser alimentados por Jesucristo, el Sacramento de nuestra salvación, podemos mirarnos a nosotros mismos como esos árboles plantados en el jardín de Dios. De hecho, este mundo es el jardín de Dios y Él quiere que demos frutos que revelen su amor y misericordia.Se nos pide que descubramos que constituye en nuestra vida el fruto que damos para transformer nuestra vida y las vidas de los que nos rodean. Dios nos ha regado mientras nos alimenta en estas dos mesas de la Palabra y del Cuerpo y la Sangre. En algún momento, esto podría alimentar en nosotros el sentimiento de satisfacción y despreciar a los demás. Juan el Bautista una vez más nos recuerda que siempre debemos dejar que la gloria de Dios prevalezca en nuestra vida. Podía afirmar ser el que venía. Sin embargo, fiel a sí mismo, audazmente declaró que solo era un mensajero.
Usted y yo tenemos la oportunidad de redescubrir la virtud de la humildad en nuestras vidas. Hay muchas maneras de mostrar orgullo, especialmente en esta época del año. Puedo pasar del sentimiento de dar por sentado la salvación a la suntuosa forma en que decoramos nuestra casa. Respondamos entonces a esto: en esta Navidad, ¿cómo voy a celebrar la venida del Hijo de Dios de una manera que no se mantenga fiel a la rutina que esta celebración parece ser aceptada hoy?
Mientras nos preparamos para la venida del Señor, sigamos orando los unos por los otros y por nuestra familia parroquial.
El Padre Emery