Queridos amigos,
Hoy celebramos el Corpus Christi, la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. El misterio que celebramos nos hace sumergirnos en la culminación del amor de Dios por nosotros; el sacrificio de Cristo que extiende la salvación al mundo entero. La tradicional procesión eucarística anual de hoy expresa esa verdad.
Mientras caminamos con el Señor, también proclamamos su verdadera presencia en medio de su pueblo, cumpliendo su promesa a los discípulos: “He aquí, yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Esa presencia a la que respondemos con nuestro “Amén” al recibir la Sagrada Comunión es una presencia consoladora y salvadora. Decimos “Amén” para proclamar que verdaderamente creemos que Jesús está presente, y que recibimos su verdadero Cuerpo y bebemos su verdadera Sangre. Por su cuerpo y sangre Jesucristo se ofrece a nosotros como alimento para la vida eterna. Viene a nosotros para caminar con nosotros haciendo equipo con nosotros en medio de los desafíos diarios de nuestra vida. Su presencia en el Santísimo Sacramento es una invitación permanente a volver nuestra mirada y nuestro corazón a confiar en aquel que se sacrificó por nosotros.
Cuando recibimos Su Cuerpo y bebemos Su Sangre no estamos expresando simplemente un deseo de ser uno con Él o de ser como Él. Somos verdaderamente hechos uno con Él porque Suya es la cabeza del cuerpo cuyos miembros estamos destinados a ser.
Esta verdad sigue siendo un desafío continuo para muchos de nosotros. Una encuesta ha revelado que solo el 30% de las personas en los bancos de nuestras celebraciones eucarísticas creen en la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía. Para dar más dinamismo y fortalecer la fe en esta verdad, que es el fundamento de nuestra propia vida y la de la Iglesia, nuestros Padres en la fe, los obispos de los Estados Unidos de América han decidido lanzar un programa de tres años de Eucaristía Renacimiento. Esto comienza hoy. Durante tres años, caminaremos juntos, esforzándonos por profundizar nuestra comprensión, fe y devoción a Cristo Eucarístico.
Este redescubrimiento de la verdad sobre la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía comienza con el paso que damos para hacer la siguiente pregunta correcta: "¿A quién recibimos en la Eucaristía", en lugar de "¿Qué recibimos en la Eucaristía?" La respuesta a la pregunta correcta nos llevará a la confesión de que recibimos “ALGUIEN” en lugar de “ALGO” en la Eucaristía. Esto se debe a que la frase “ESTO ES”, que pronuncia Jesús durante la consagración, no es figurativa. Es la VERDAD realizada en lo que se llama TRANSUBTANCIACIÓN cuando las sustancias del pan y del vino se convierten en la verdadera sustancia del cuerpo y la sangre del Señor. Por lo tanto, el primer paso que damos hoy es pasar de la pregunta de “QUÉ” a la de “QUIÉN” recibo en la Eucaristía cuando digo “Amén”.
Mientras llevamos a Jesucristo en nuestros corazones al compartir Su mesa, sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.
P. Emery