QUERIDOS AMIGOS,
Hoy entramos en el tiempo de Adviento. Todos recordamos y conocemos la invitación” “¡Mantente despierto!” Jesús llama a nuestras puertas; ¿los abriremos? A todos y cada uno de nosotros se nos brinda hoy la oportunidad de salir de situaciones de miedo y de angustia para levantar la mirada hacia Aquel que viene a rescatarnos.
Hay muchas cosas que hacer, especialmente durante esta temporada, para prepararnos para la venida de Jesús. San Pablo hace toda una lista de los que debemos evitar en la segunda lectura, señalando hasta qué punto son capaces de matar al hijo de Dios que llevamos dentro. Por lo tanto, lo primero es lo primero, estemos despiertos y evitemos distraernos con los caminos ilusorios y fáciles de realización que el mundo pone frente a nosotros. La verdadera felicidad sólo se encuentra en y con Jesús.
Aquí en Holy Cross, una de las cosas que haremos es comenzar a decir nuestro Credo de Nicea en la Santa Misa. A diferencia del Credo de los Apóstoles, al que estamos acostumbrados por un tiempo, este cambio nos ayudará a profundizar nuestra comprensión no solo del misterio de la Encarnación, sino también para abordar de muchas maneras algunas de las cuestiones relacionadas con la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es decir, el Hijo. Además, el cambio tiene la ventaja de recordarnos que hay dos formas oficiales de profesar nuestra fe en la Iglesia Católica: el Credo de los Apóstoles y el Credo de Nicea.
También tendremos como compañero espiritual, el pequeño libro de Meditación Diaria de Mary DeTurris Poust para viajar con nosotros a lo largo de esta temporada de Avent. Yo mismo lo elegí como compañero de bolsillo para mi alimento espiritual diario. La cercanía a Dios a través de la Escritura nos lleva al hambre de los sacramentos que son diferentes canales Dios continúa derramando su amor y misericordia sobre nosotros. Por eso me gustaría invitarlos a aprovechar este tiempo de gracia y bendición para fortalecer su relación con Dios.
Mientras bendecimos nuestras coronas de Adviento y encendemos la primera vela de Adviento, elevamos nuestros corazones al Señor que está en camino hacia nosotros para guiarnos de las tinieblas a Su luz; porque Él es la Luz del mundo.
Y sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.
Padre Emery