Queridos amigos,
Espalda con espalda se nos ofrecen los eventos relacionados con la fe en las lecturas del evangelio. La semana pasada, escuchamos a Jesús desafiar a sus discípulos por su falta de fe. Los llamó a confiar en Él porque Él es el único que puede otorgarles paz y seguridad en cada situación. Confiar en Él y depender constantemente de Él nos hace caminar con Él sobre las aguas y enfrentar con valentía las tormentas de nuestra vida diaria. Una vez que nos alejamos de Él, comenzamos a hundirnos en la desesperanza, el miedo y la desesperación.
Hoy, no es la fe de los discípulos sino la de la mujer cananea, de los gentiles, es decir, no parte del pueblo elegido. Esta historia nos abre los ojos. Jesús dice, los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros. Se nos recuerda centrarnos en lo más importante que buscamos del Señor: la gracia de la fe que fortalece nuestro camino de discipulado. La respuesta de Jesús a la mujer se puede comparar con las olas y las tormentas que desafiaron a los discípulos mientras estaban en la barca el fin de semana pasado. La dificultad y la aparente negativa en la respuesta de Jesús podrían haber apagado a la mujer. Sin embargo, ella sabía lo que estaba buscando con la seguridad que nadie más podía darle además de Jesús. Mantuvo su enfoque, con fe y confianza, y se le concedió su pedido.
Usted y yo somos desafiados hoy al reflexionar sobre nuestro compromiso con el discipulado. Una y otra vez, tendemos a desanimarnos y rendirnos ante los desafíos y situaciones difíciles en nuestro camino de discipulado. La persistencia, la perseverancia, la fe y la confianza son cualidades y virtudes que se nos enseña a cultivar como discípulos. Estas son las armas que debemos hacer fructíferas para pasar por la puerta estrecha. Al igual que la mujer del evangelio, estamos llamados a centrarnos en lo que es necesario y negarnos a prestar atención a lo que puede ser solo una distracción.
Entonces, veamos hoy. Mientras nos reunimos aquí, ¿dónde crees que está tu enfoque? ¿Qué hace que tu mente divague y se distraiga del Señor que te enseña y te alimenta con su palabra, cuerpo y sangre? Tal vez la duración de la espera para ver la respuesta de Dios a sus oraciones; o un niño gritando en la parte de atrás de la iglesia; o incluso la duración de la celebración, y crees que la respuesta de Dios te está esperando en el estacionamiento… Todo esto no puede elevarse al nivel de los desafíos capaces de hacer flaquear tu fe. La mujer del evangelio se para frente a ti hoy y te dice esto, si yo lo hice, tú también puedes hacerlo. Solo se necesita un poco de atención y enfoque en lo que es necesario y verás la respuesta del Señor para ti.
Mientras nos esforzamos por responder al llamado del Señor al discipulado, oremos al Señor para que aumente nuestra fe y nuestro compromiso con él. Pidamos fortaleza y valor para enfrentar con fe las tormentas, obstáculos y olas de nuestro día a día con la seguridad de que el Señor siempre nos dará lo necesario para nuestro crecimiento como discípulos para la edificación de su iglesia, nuestra comunidad de fe. Y sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.
P. Emery