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21st Sunday in Ordinary Time (Spanish) - August 21, 2022

Queridos amigos,

La pregunta sobre “quién se salvará” siempre ha estado en los labios de los cristianos. Hoy, Jesús nos invita a considerar la cuestión bajo dos aspectos diferentes. La pregunta que se le hace presupone algo que ya se da por sentado. Los judíos no le preguntan “quién se salvará”, sino “¿serán salvos unos pocos”? Esto se debe a que a ellos se les concede que son los únicos que se salvarán, no los gentiles.

Cuando miramos a nuestro alrededor, encontraremos el mismo sentimiento y seguridad. Damos por sentado que la salvación es algo que ya tenemos en nuestros bolsillos. Ahora la pregunta que nos hacemos es la del número. Curiosamente, Jesús no responde a esa pregunta. Diría que su respuesta a los judíos ya todos nosotros que damos por sentada la salvación es “reduzca la velocidad; no tan rapido…"

Para empezar, la respuesta de Jesús saca a la luz otra verdad que los judíos no estaban preparados para oír y escuchar; que todos están llamados a la salvación. En otras palabras, Jesús nos dice que Dios ofrece y pone la salvación al alcance de todos los que están dispuestos a depender de su gracia. Jesús insiste en que la “pertenencia” al pueblo elegido no es garantía de salvación. Hay mucho más en eso. Porque vendrá gente de lejos y se sentará a la mesa del Señor. Entonces, Jesús se niega a dar una respuesta que podría alentar a sus oyentes a ser complacientes al dar por sentada la salvación, o a desanimarse porque pensarían que no hay nada que hacer. Por eso Jesús insiste en “esforzarse por entrar por la puerta estrecha”.

A partir de ahí, se nos recuerda una verdad muy importante, a saber, que todos tenemos que trabajar duro para entrar en el reino. No podemos darlo por sentado. Tampoco podemos pensar que tenemos derecho a ella, sin importar quiénes seamos o a qué grupo pertenezcamos. Entonces, por decir lo menos, esta es una advertencia para todos y cada uno de nosotros. Se nos recuerda que no demos por sentada la salvación. Más bien, necesitamos trabajar por ello, no como si lo estuviéramos comprando sino porque tenemos que responder a la llamada. El reino está cerca y depende de nosotros responder al llamado de ser parte de él o no. Trabajar por el reino es esforzarse por pasar por la puerta estrecha, porque sólo la puerta estrecha nos llevará a la vida eterna.

La palabra que usa Jesús es muy reveladora aquí: esforzarse. En griego la palabra es agonizomai. Podemos escuchar la palabra agonía mientras leemos esta palabra griega. Entonces, la palabra nos recuerda el requisito de llevar nuestra cruz para seguir a Jesús. La agonía que estamos invitados a experimentar para ser salvos es luchar contra nuestro egoísmo y orgullo, cuando despreciamos a los demás, o los excluimos de nuestro amor y misericordia, o cuando los consideramos marginados o no pertenecientes. Estamos llamados a seguir y guardar los Mandamientos. Entonces, hoy tú y yo estamos llamados a mirarnos a nosotros mismos con honestidad y ver dónde nos encontramos con respecto a nuestra comprensión de lo que la salvación requiere de nosotros. ¿Es suficiente para nosotros simplemente reclamar la salvación porque pertenecemos a la Iglesia, la novia del Señor? ¿Cómo trabajamos por el reino y para responder a la salvación que Dios nos ofrece gratuitamente? ¿No pasamos nuestro tiempo haciéndonos la pregunta de cuántos se salvarán en lugar de encontrar formas de trabajar para abrazar la salvación de Dios? ¿Dónde y en qué situación me he negado a esforzarme (abrazar la agonía) eligiendo la puerta abierta de par en par en lugar de la estrecha?

Hagamos que esta oportunidad que el Señor ofrece sea beneficiosa mientras nos esforzamos por entrar por la puerta estrecha, y sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.

P. Emery

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