Queridos Amigos,
En esta Jornada Mundial de las Misiones el Santo Padre Francisco nos invita a reflexionar sobre la relación entre el encuentro con el Señor en la celebración de la Eucaristía y la exigencia del discipulado. En pocas palabras, nos recuerda que el discipulado misionero surge de recibir la palabra de Dios en nuestro corazón, dejar que penetre y arda dentro de nosotros para transformarnos y capacitarnos para ponernos en marcha.
Al final de cada Misa, escuchamos estas palabras: “nuestra misa ha terminado, vayan en paz a servir al Señor y a los demás”. La Jornada Mundial de las Misiones recuerda, por tanto, nuestra identidad y el propósito por el cual el Señor nos hizo sus discípulos, es decir, proclamar su amor y misericordia en el mundo, y llevar a él a todos los que están dispersos en el mundo, los pobres, los que no asisten a ninguna iglesia. , los caídos y todos aquellos que buscan un sentido a su vida.
Hoy tenemos la suerte de darle la bienvenida a las Hermanas Franciscanas de Allegany para Mission Co-op. Compartirán con nosotros los desafíos del discipulado misionero en un mundo desgarrado por la violencia y la pobreza. Nuestro apoyo y generosidad ayudarán a alargar sus manos para llegar a aquellos que no podemos ver a nuestro alrededor. Al salir de Emaús, los discípulos se propusieron proclamar que el Señor verdaderamente ha resucitado, que es fuente de nuestra alegría y consuelo. Hoy compartimos este gozo y consuelo al compartir las bendiciones que Dios nos ha otorgado con los más necesitados.
Mientras damos la bienvenida a estos discípulos del amor de Dios por los pobres y participamos en la obra de hacer de este mundo el verdadero comienzo del reino de Dios, sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.
P. Emery