Queridos amigos,
Las lecturas de hoy sacan a la luz dos actitudes que necesitan una elección crucial y fundamental en la vida de los seguidores de Jesucristo. Pero antes de llegar allí, la primera y tercera lecturas se relacionan con aquellos que ocupan posiciones de autoridad dentro de su comunidad, es decir, los sacerdotes que ofrecen sacrificios indignos y los fariseos y saduceos que sólo se preocupan por sus propios privilegios y reconocimientos.
Podemos sentirnos tentados a pensar que estas lecturas no nos conciernen porque somos laicos que no tenemos que liderar la celebración del sacrificio de la Eucaristía. Esto sería realmente engañoso y sería abordado como un profundo malentendido del punto que se plantea aquí. Recordemos que como discípulos aprendemos del Señor a llevar a otros a Él. Específicamente, los discípulos aprenden y lideran. Por lo tanto, a todos aquí nos preocupan estas dos actitudes: verse bien y ser bueno.
Los sacerdotes y fariseos son desafiados porque lo que más les preocupa es verse bien más que ser buenos. Jesús nos llama a ir más allá de las falsas apariencias que ofrecemos a los demás para ser la manifestación de verdaderos discípulos cuyas vidas son un recordatorio continuo del verdadero gozo que debemos anhelar. Cada uno de nosotros aquí en Santa Cruz, tenemos una porción de autoridad como discípulos, porque nos esforzamos por construir una comunidad de discípulos llamados a ser testigos de la gloriosa victoria de la Cruz. Comenzando por mí mismo, las lecturas de hoy representan para mí un desafío continuo de esforzarme siempre por desaparecer frente a Jesucristo y dejar que Él sea visto mientras nos guía como el Siervo Fiel. Tengo el desafío de ir más allá de la forma en que quiero o me gustaría que la gente me vea y demostrar quién soy realmente y quién debería ser siempre. Asimismo, todos los que ocupan puestos de liderazgo en nuestros diferentes ministerios deberían hacerse la siguiente pregunta: ¿cuál es mi principal preocupación como líder? ¿Estoy obsesionado con dar una buena imagen de mí mismo, es decir, simplemente quedar bien, o con ser bueno, que es mostrar mi identidad como discípulo? Simplemente nos dice que lo que lleva a los demás a Él es SER BUENO pero no VERSE BIEN. Por lo tanto, como discípulos, debemos esforzarnos por ser buenos testigos y mensajeros de su amor y compasión. Porque verse bien conduce a la autosatisfacción en lugar de ser una cualidad del discipulado.
Sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.
P. Emery