Queridos amigos,
Hoy es Domingo de Palmas, el comienzo de la Semana Santa cuando conmemoramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén para soportar su pasión. Los desafíos de la pandemia de hoy pueden desviar nuestra atención del misterio al que nos invita: que al soportar el sufrimiento con Él mientras se ofrece al Padre como oblación por nuestro bien, podemos levantar la cabeza y emprender el viaje con Él.
Estoy escribiendo esta publicación no tan ordinariamente como lo hubiera hecho. Es con sincero amor y apoyo para todos y cada uno de ustedes que estoy sentado detrás de mi escritorio para escribirlo. Sé lo difícil que es este tiempo para cada uno de ustedes, como para perder la Eucaristía y recibir a nuestro Querido Señor. Del mismo modo, puede imaginar lo difícil que es para mí estar "en el exilio". Sin embargo, me gustaría asegurarles mis oraciones y estímulos para cada uno de ustedes.
Mientras acompañamos a nuestro Señor a Jerusalén, consideremos la situación actual como un llamado a embarcarnos en el mismo viaje de pruebas y sufrimiento con el Señor. Miremos con esperanza y confianza las celebraciones de Pascua, sabiendo que no importa la duración de la noche, la luz del día saldrá. Y esa Luz es Jesucristo, cuya muerte y resurrección nos liberan de todo temor y desesperación. Mientras levantamos nuestras palmas para cantar "Hosanna Filii Davi", proclamamos la verdad de nuestra salvación por medio de Jesucristo, quien toma sobre Sí todo lo que nos derriba.
Sigamos ofreciendo al Señor el dolor del mundo y pidiéndole Su fortaleza y coraje para vivir el evangelio. Que el Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, te rodee con la gracia del Espíritu Santo y te consuele con la esperanza de la celebración de la alegría de Pascua.
El p. Emery