Queridos amigos,
En Pentecostés, celebramos la Gran Comisión. En nuestra diócesis, esta celebración es siempre un eco de la visión y el llamado a Vivir Valientemente el Evangelio. Todos recordamos las siglas P.I.E.: Proclamar, Invitar y Encuentro. Pentecostés es un llamado al discipulado intencional.
Asimismo, en nuestra familia parroquial Pentecostés es una revelación del POR QUÉ de nuestra existencia como Iglesia. Existimos para proclamar la Buena Nueva y hacer discípulos. El Espíritu Santo que se nos da nos invita a emprender un nuevo camino de discipulado. Para ello, estamos llamados a abrazar y recibir el don de la fortaleza o el coraje. Como los discípulos que se encerraron en el aposento alto por miedo a los judíos después de la ascensión, nosotros estamos encerrados en nuestro miedo a proclamar alimentados por la idea de no estar bien formados o de no saber qué decir.
El Espíritu Santo cuya venida celebramos hoy está aquí para librarte de ese miedo a no saber qué decir. El Señor nos ordenó que no nos preocupáramos por lo que debemos decir, sino que confiáramos en el Espíritu Santo que nos enseña todo y que hablará a través de nosotros. El Espíritu Santo viene a desatar el potencial que está dormido dentro de ti. Los discípulos hicieron lo mismo. Todo lo que aprendieron del Señor fue como puesto en espera por miedo. Pero con la venida del Espíritu, desataron su potencial y nació la Iglesia. Por su predicación muchos se arrepintieron y fueron bautizados; fueron salvados.
Hoy nos toca a nosotros abrirnos al Espíritu Santo para dejar que nos guíe por el camino del discipulado. Solo en la medida en que abrazamos el Espíritu podemos realmente brillar como S.T.A.R.S. aquí en nuestra familia Parroquial. Como S.T.A.R.S. estamos destinados a servir, a transformar los corazones a través de las oraciones y el aprendizaje, a aceptarnos unos a otros por lo que somos, viendo nuestra diversidad como una oportunidad, a llegar a los que están fuera de nuestra Iglesia y a compartir nuestra fe, tiempo y talentos. . Esta es la forma en que podemos hacer que Pentecostés sea significativo para nosotros y para la Iglesia. Porque recibimos un Espíritu no de miedo y el Espíritu de Coraje, que nos hace llamar a Dios Abba, Padre mientras nos esforzamos por construir su Iglesia de piedras vivas en cada paso de nuestra vida.
Y sigamos orando unos por otros y por nuestra familia parroquial.
P. Emery